18 agosto 2012

Declaración de AGD-Psico por Casalla


Desde AGD-Psicología queremos expresar, una vez más, nuestra preocupación acerca de la vergonzosa resolución que se ha dado en el caso del ya ex-profesor Mario Casalla, así como compartir con el conjunto de la comunidad académica nuestras consideraciones al respecto.

Recordemos que a fines del año pasado han circulado -a partir del juicio llevado a cabo en la provincia de Salta por la causa del asesinato del gobernador Miguel Ragone- distintos testimonios que involucran al ex-profesor Casalla en la confección de listas “negras” de docentes que en algunos casos fueran expulsados de sus trabajos, mientras que en otros directamente se volverían víctimas del accionar de la banda terrorista  Triple A. Todo esto mientras él revistaba como funcionario en la Universidad Nacional de dicha Provincia.

En particular, la acusación que pesa sobre ésta persona se encuentra relacionada con el secuestro y desaparición del docente Miguel Angel Arra, ocurrida el 24/06/75. Los mismos hechos que involucran a Casalla y que constan en una carta que estuvo en poder del fiscal de la causa y del delegado de DDHH de Nación en Salta indican que Casalla habría enviado un escrito a las autoridades militares del Proceso de Reorganización Nacional, esgrimiendo como causales de mérito una serie de justificaciones mediante las cuales intentaba resistir a su solicitud de despido, admitiendo entre otras cosas que él mismo procedió a depurar la universidad de “contenidos marxistas” y que no había motivos para desconfiar de su lealtad, dado que paradójicamente lo terminarían cesanteando por considerarlo demasiado cercano a la “subversión”, Pese a éste escrito efectivamente se lo despidió, pero nunca sería tampoco considerado como un elemento verdaderamente peligroso para el régimen genocida. Es por estás y otras pruebas que el delegado de la Secretaría de DDHH en Salta se vio obligado a solicitar la imputación de Casalla.

El ex-profesor ha negado sistemáticamente todas las acusaciones en su contra y ha asegurado que estas denuncias públicas no serían más que parte de una campaña difamatoria contra su persona, sin lograr aclarar cuales serían las motivaciones que esconderían la Subsecretaría de DD.HH y nuestra Asociación Gremial a la hora de organizar una campaña en su contra. Sería interesante que en algún momento el Sr. Casalla se refiriera a las mismas, o tuviera a bien denunciar el cómo y el porqué se habría emprendido una persecución meramente arbitraria hacia su persona.

Como si fuera poco con lo anteriormente vertido, han salido a la luz otros antecedentes de sus relaciones con la dictadura, tales como la colaboración del mismo profesor Casalla con el Diario “Convicción”, dirigido por el siniestro almirante Massera.

Frente a estos acontecimientos, la AGD-UBA, el CEP y diversas agrupaciones estudiantiles con el apoyo de organizaciones de DDHH, presentamos inmediatamente un proyecto aprobado por unanimidad por el Consejo Directivo de nuestra Facultad, solicitando la suspensión en sus cargos del profesor Casalla por los gravísimos hechos a los que se lo vincula hasta tanto la justicia se expida al respecto.

Desde la firmeza de esta posición, y habiendo logrado que se aprobara una resolución que establecía esa suspensión, el Consejo Superior de la UBA -ahora con la venia entusiasta de la Decana de nuestra unidad académica y de quienes apoyaron obedientemente sus argumentos- anuló luego dicha suspensión invocando, fundamentalmente, que no se podía proceder a condenar de antemano a quien no fue aún indagado por la Justicia (ni siquiera basándonos en dichos propios que ahora Casalla niega) e incluso se llegó al punto de explicar que el motivo de esta marcha atrás con la sanción tendría que ver con que en la UBAen nombre de los derechos humanos es que nosotros tenemos que respetar fuertemente los procedimientos y darle la posibilidad de que tenga la alternativa de defenderse”. Son palabras pronunciadas por el Consejero Superior y secretario de Extensión de nuestra Facultad Jorge Biglieri. En esta misma línea de sentido y amparándose en el “Derecho”, Biglieri agregó: “Entonces, en nombre de los derechos humanos, no podemos olvidarnos que el eje central del Estado de derecho es respetar los procedimientos. Todo lo contrario, los juicios que se están llevando adelante contra los represores constan de todas las garantías que le otorga el debido proceso a gente que sabemos que efectivamente ha cometido crímenes de lesa humanidad. Sin embargo, el Estado argentino les garantiza la posibilidad del derecho de defensa, a Videla y a todos los demás represores.”

Casi sorprendentemente, aún figuras del progresismo como Hugo Trinchero votaron también a favor de devolverle los cargos a Casalla durante esa misma sesión. Dicha resolución consta como EXP-UBA: 56.611/2011, llevada a cabo en fecha 10 de abril del corriente año.

Casalla ha negado todo lo que se le imputa y hasta ha dicho que hará las declaraciones pertinentes en el caso llevado adelante por la justicia de Salta. Insiste en que se trata de una persecución a su persona y hasta ha invocado que la UBA estaría violando sus propios derechos como ciudadano y profesor.

Así fue como un acusado de tan graves delitos logró finalmente acceder al beneficio de la “duda razonable” del Consejo Superior. Es así como fue posible que este proceso fuera coronado por una curiosa y casi elegante salida facilitada por los adalides del debido proceso burocrático que ocupan el tercer piso de nuestra propia Facultad.

Acto seguido, el mismo Consejo Directivo que lo había apartado preventivamente de sus cargos, pendiente al pronunciamiento de la justicia, pasó a contemplar sin más la renuncia de Casalla a su cargo de Profesor Adjunto de la Cátedra II de Historia de la Psicología, cuya titular es “casualmente” nada menos que la Vicedecana Lucía Rossi. Dicha renuncia fue aceptada por el Consejo Superior, como consta en el expediente 17094/2012 de esta resolución, con fecha miércoles 9 de mayo del corriente año.

La materia que el propio Casalla tenía recientemente a su cargo, Problemas Filosóficos, directamente no se ha ofertado este cuatrimestre, evitando así el tener que dirimir nuevamente la idoneidad del ex profesor al frente de ese cargo. Es decir que literalmente ya no reviste en el ejercicio de cargos docentes en la UBA, pero ello bajo una forma tal que nos convoca a ciertas preguntas elementales:


¿Por qué si es inocente renuncia Casalla a su cargo de Prof. Adjunto?

¿Acaso le pidieron la renuncia para eximirlo de las futuras complicaciones derivadas del develamiento de relaciones políticamente incorrectas con otros funcionarios de nuestra Alta Casa de Estudios?

¿O fue él mismo quién advirtió eso y procedió a anticiparse?

Si “lo renunciaron” o renunció no es lo principal, sino el problema político que se esconde detrás del modo en el que se resolvió la salida de este personaje. Una vez más, el proceder de las instancias de gestión de nuestra Facultad y de la UBA se cubre con un manto de sospechas sobre el manejo de un tema profundamente sensible a nuestra sociedad, como son los delitos de Lesa Humanidad perpetrados por la dictadura genocida que arrasó a nuestro país entre los años 76-83, y a aquellos delitos previamente enmascarados tras la fachada de organizaciones paramilitares y para-policiales cuya “inteligencia” se nutría de los dedos señaladores de muchísimos y necesarios colaboradores civiles con los que no podemos ni queremos aceptar a conciencia el compartir nuestros espacios de trabajo.

De hecho, estamos atravesando un contexto en el que la complicidad civil con la Dictadura y con sus antecesores y facilitadores está siendo juzgada por la conciencia colectiva de quienes siempre hemos luchado por Memoria, Verdad y Justicia, y ya no por los oportunistas de siempre, para que las consecuencias de este genocidio en la Argentina sea pagada por todos sus responsables y no sólo por los criminales de uniforme. Recientemente la UBA ha rechazado la admisión de tres represores condenados para estudiar en el Programa de UBA XXII, tras el veredicto que el Superior dio, con la conformación de una Comisión Asesora, integrada por Profesores de la Facultad de Psicología.

Frente a este panorama que se ha abierto, advertimos sobre lo sospechoso de este caso aparente y sorpresivamente “cerrado”, y sobre el temor y la preocupación enorme que nos causaría que, justamente, sin ir a fondo en las investigaciones correspondientes, se premie en un corto plazo o quizás luego de su jubilación al Sr. Casalla con un cargo de Profesor Emérito o Consulto, consagrando así la impunidad en materia de DDHH ni más ni menos que por la propia Universidad de Buenos Aires que éstos personajes desmemoriados con tanto afán “depuraron”.


Desde la AGD-Psicología, en consonancia con el resto de la AGD-UBA y las organizaciones estudiantiles y de DDHH consecuentes con la lucha por Memoria, Verdad y Justicia, seguiremos exigiendo una investigación profunda y objetiva frente a un hecho tan plagado de inconsistencias, que nos convoca a quienes continuamos en la lucha por una Universidad reconocida por su excelencia ética además de académica, y por la defensa de los intereses de los trabajadores que desde hace tanto tiempo la sostienen con su esfuerzo.